"Para tener una posibilidad de hacer la revolución hay que ser capaz de oponer un contrapoder.
Y frente al aparato represivo de las clases poseyentes, del gobierno, del ejército, el único contrapoder que puede ejercerse es el de los productores, vale decir, el de los trabajadores. El arma del trabajador – la única, pero es el arma absoluta- es la negativa a entregar su producto a la sociedad. Entonces, todo el sistema se detiene. Pero esta ruptura sólo puede efectuarse si el productor entra en la lucha. Decir que la clase obrera, que es la única productora, queda suprimida como fuerza revolucionaria en las sociedades “de consumo” equivale a decir que ya nunca habrá revolución en estas sociedades. Sé que tal es la conclusión de Marcuse. Pero creo, justamente, que se ve desmedida por lo que acaba de ocurrir en Francia".
Y frente al aparato represivo de las clases poseyentes, del gobierno, del ejército, el único contrapoder que puede ejercerse es el de los productores, vale decir, el de los trabajadores. El arma del trabajador – la única, pero es el arma absoluta- es la negativa a entregar su producto a la sociedad. Entonces, todo el sistema se detiene. Pero esta ruptura sólo puede efectuarse si el productor entra en la lucha. Decir que la clase obrera, que es la única productora, queda suprimida como fuerza revolucionaria en las sociedades “de consumo” equivale a decir que ya nunca habrá revolución en estas sociedades. Sé que tal es la conclusión de Marcuse. Pero creo, justamente, que se ve desmedida por lo que acaba de ocurrir en Francia".
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